Fecha de Publicación: Mayo 2013
Edición Nro. 11
Edición Nro. 11
la ejecutiva
Eva Arias
Presidenta de la
Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía
“Para solucionar problemas hay que partirlos en
pedacitos”
Creció en una
familia minera. Estudió arquitectura, había hecho empresa cuando su padre la
requirió. Lo dejó todo y se zambulló en el sector. Hoy preside la sociedad que
los agremia. Fundada en 1896, es la primera mujer
Por: Antonio
Orjeda
Fotografías:
Lucero del Castillo
Nadie la llama
por su nombre. Para todos, incluso para ella misma, es Eva. De abuelo y padre
mineros, había comenzado a destacar en otro rubro cuando la fuerza del destino
reorientó su vida. La devolvió a sus orígenes, porque Eva Arias nació y creció
cerca de socavones. El pasado mes de febrero se convirtió en la primera mujer
en ocupar la presidencia de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía,
un gremio con 117 años de historia. Esta tarmeña lo sabe, uno de sus mayores
retos es revertir la imagen negativa que para muchos proyecta el empresariado
minero. No se angustia, cree saber cómo revertir esta situación.
La prueba de que usted no planeaba dedicarse a la
minería, es que estudió Arquitectura.
Sí. Yo tenía una muy buena
relación con mi papá, y se dio cuenta de que a mí me gustaba el arte –pintaba,
aunque ya no lo hago ahora-, entonces me comenzó a llevar libros de Arquitectura.
Así me fue enamorando el tema de la creación arquitectónica, de la construcción
de algo que tú te imaginas… Aunque él hubiera preferido que sea ingeniera.
Y a consecuencia de que creció en una familia de
empresarios, estando en segundo ciclo, con un par de amigos creó su propio
estudio.
Exactamente. Nos fue
extraordinariamente bien. Nos divertimos, hicimos negocios, diseñamos,
construimos…
Estaban ¡en segundo ciclo!
¿Sabes que la tesis de bachiller
–como entonces las huelgas universitarias eran frecuentes- la terminamos
sustentando en nuestra oficina? El jurado fue a la oficina (ríe)…
Como empresarios, y siendo aún universitarios, incluso
llegaron a contratar a sus profesores.
Claro, pero no a los del
jurado (ríe más)…
Si les iba tan bien, si le gustaba tanto lo que hacía,
¿por qué lo dejó para irse a trabajar en la compañía minera de su papá?
‘De sangre le viene al
galgo’. Cuando has estado tan en contacto con la actividad, la llevas dentro.
Además, esto tiene mucha relación con la arquitectura: en una mina, cuando esta
aún no existe, es como un papel en blanco: no hay nada; y tú tienes que idear
cómo vas a desarrollar la operación, dónde vas a poner el campamento, dónde la
planta, cómo vas a llegar, de dónde va a venir la energía, el agua, etc. Es
casi como una creación arquitectónica. Todo lo que aprendí en Arquitectura, me
fue útil.
¿Fue difícil decirle chau a sus socios?
Muy difícil, porque más que
socios éramos amigos inseparables. Pero era el año 77, y había una crisis: los
precios en la industria minera se desbarrancaron. Había mucha dificultad: veía –en
especial- a mi tío Agustín, que es muy cercano, preocupado por la situación; y decidí
entrar a ayudarlo. Por otra parte, en nuestra empresa, la cantidad de obras
había disminuido bastante.
Aún no existía Poderosa (la mina aurífera que hoy
lidera, ubicada en Pataz, La Libertad).
No. Poderosa se funda el 80.
Fue entonces por amor a ese tío…
No solo a él, a la familia.
A nosotros nos enseñaron que la gente con la que tú trabajas, también es tu
familia. Entonces, si hay un momento difícil, tú no te desentiendes. Considera
además que antes todas las familias vivíamos en los campamentos mineros: tanto
las de los ingenieros como las de los trabajadores manuales, empleados… y tú
establecías una relación con todos ellos, y también con los pobladores de la
zona.
El vínculo era tal que, en las vacaciones escolares,
usted y sus hermanos partían para allá.
A algún campamento minero.
Era maravilloso. Ibas, y estabas libre en el campo, disfrutando de la
naturaleza. Además, éramos grupos de chicos y chicas de diferentes edades, y
todos juntos íbamos a hacer cosas: montar bicicleta, pescar, caminar por los
cerros… Totalmente libres. Nuestro único compromiso era regresar a la hora del
almuerzo o de la cena.
Ello definitivamente afianzó su vínculo con la
naturaleza. Hoy, sin embargo, la opinión pública está dividida, y una parte de
esta ve al minero como alguien que atenta contra la naturaleza.
Es una percepción
equivocada. El minero es absolutamente consciente de que es la naturaleza la
que le da el mineral… A mí me gusta poner el ejemplo de la Medicina: antes de
que existiera la penicilina, la gente se moría; desde que esta fue descubierta,
la Medicina es otra. Antes no podías culpar al médico de que se le muriesen los
pacientes, pues no tenía con qué curarlos. Así, toda actividad humana cambia de
acuerdo a los avances de la tecnología, y todo lo que la tecnología le ha permitido
usar para el cuidado del medio ambiente, es lo que el minero ha empleado. Eso
es lo que el minero ha hecho siempre; y hoy que los estándares son más altos y
las tecnologías son más potentes, puede hacer más.
Es irónico cómo las pasadas generaciones de mineros
son reconocidas como responsables del desarrollo del país y, sus hijos, más
bien, como empresarios que no tienen reparo en atentar contra la naturaleza.
Seguro ese pensamiento
existe en algunos sectores –no sé hasta dónde es auténtico, pues hay mucho
desconocimiento-, pero en el país todos somos conscientes de la importancia que
tiene la actividad minera para el desarrollo nacional. Además, adonde mires, a
tu alrededor siempre vas a encontrar algo que provenga de la minería… Esas
expresiones no tienen fundamento, y se repiten mucho sin contar con un conocimiento
cabal de lo que se está diciendo… Aunque también creo que falta que la
industria se acerque más a la población. Como están tan lejos de las ciudades,
la gente no tiene una imagen clara de cómo se desarrolla esta actividad. Si lo
supieran, todo sería muy diferente. Quizás serían más los que quisieran estar
en una mina, estudiar una carrera relacionada, y no tendríamos los problemas
que tenemos ahora –como industria- para encontrar personal.
Dejó su oficio para ingresar al sector en un momento
de crisis. ¿Valieron de algo sus conocimientos de arquitecta?
Sí, porque no son
compartimentos estancos, porque la arquitectura te ayuda a pensar
tridimensionalmente, y sí podía entender qué pasaba dentro de una mina si un
ingeniero me lo explicaba. Eso, en la parte técnica; pero, para la
administrativa y financiera, siempre traté de capacitarme adicionalmente: si
sentía que estaba ante un tema para el que no tenía la solidez suficiente para
poder contribuir, tomaba un curso de unos meses. Además preguntaba y aprendía
mucho de los trabajadores.
Estamos hablando de hace tres décadas…
No pues, no me hagas sentir…
Hace tres décadas usted era una niña, ¡obviamente!
¡Ah, ya! (ríe)…
Si aún hoy su rubro es considerado masculino, entonces
lo era mucho más. ¿Qué tan difícil fue hacerse espacio siendo mujer?
Tengo que reconocer que he
tenido muchísima suerte, porque en casa mis padres nos incentivaron a todos a
ser profesionales y a trabajar, desde muy niños; porque en esas vacaciones en
la mina, también había espacio para el trabajo. Mi papá procuraba que
aprendiéramos a hacer algo, y por ejemplo ayudábamos en la bodega de la mina o
íbamos a la oficina para limpiar las lunas. Lo hacíamos como jugando. Era una
manera de integrarnos al tema y de no ver al trabajo como algo ajeno, y como para
eso no importaba si eras hombre o mujer, nunca nadie nos hizo sentir
diferentes, sino más bien complementarios, y que teníamos que ayudarnos.
Es la razón por la cual, siendo ocho hermanos y habiendo
cinco hombres entre ustedes, a quien le dieron la batuta de Poderosa fue a
usted.
Capaz por ser la mayor. Creo
que ahí entró a tallar el hecho de elegir lo que a uno le gusta, y yo le tengo
mucho cariño a Poderosa como operación, porque la fundó mi padre, porque mi
esposo ayudó a construirla –él estuvo muchos años a cargo de la gerencia-,
siempre me he sentido muy cómoda con la gente que hasta ahora trabaja con
nosotros. Le tengo un cariño especial, igual que mi hermana Isabel -que también
está en minería- tiene un cariño especial por San Ignacio de Morococha, la mina
engreída de mi papá, que está en Chanchamayo.
El 98 la minería vivió la última gran caída del precio
del oro.
Enfrentar tu primera crisis
–y la mía fue la del 77- es lo más difícil, porque estás ante algo desconocido.
No sabes si lo vas a lograr. No sabes en qué debes tener más cuidado… Pero, una
vez pasada esa primera crisis, te das cuenta de que sí se puede, y empiezas más
bien a identificar cuáles son los aspectos en los que debes tener más cuidado.
Poderosa llegó a tener una deuda de 50 millones de dólares.
Eso ocurrió cuando tuvimos
que ir a Indecopi debido a que un banco nos embargó una cuenta pequeña. La única
forma de proteger la empresa fue entrando en un proceso de reestructuración
–eso ocurrió en un momento en el que no solo nosotros, sino muchísimas empresas
estaban mal-, pero el proceso resultó exitoso y nos permitió constatar la
calidad de personal que tenemos. Gracias al trabajo en equipo logramos
solucionar el problema. Fueron negociaciones duras, complicadas, pero salimos
bien.
¿Cómo se asume una deuda de esa cantidad?
Y teníamos una pérdida
monstruosa (ríe)… Para empezar, lo tienes que enfrentar con orden. Tienes que
ser muy escrupuloso respecto al orden en que vas a pagar, para no fallarle a
nadie: ni a los trabajadores ni a los bancos ni a los acreedores…
A alguno le habrá fallado.
No, porque lo que tienes que
hacer es programar los pagos según tus posibilidades y las de ellos. Es algo
que tienes que hacer en conjunto. Ahora, lo ideal es no caer nunca en un
sobreendeudamiento. Aunque a veces no se tiene control, porque estábamos con
una baja de precios muy fuerte… Pero, una vez que has superado una crisis, para
la siguiente te preparas mejor: haces cosas que te permiten tener mayor
fortaleza para enfrentar el siguiente desafío.
Está preparada para asumir retos difíciles, ¿es por
eso que aceptó la presidencia de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y
Energía?
No diría que estamos en una
situación aguda, ¿no?
No económicamente, pero sí a nivel de imagen. El país
se dividió por Conga, parte de la población no ve bien al empresariado minero…
Siempre hay situaciones
complejas, pero los problemas no se pueden ver como tales, sino como
oportunidades. No tiene sentido asumir ser parte de algo si consideras que ese
algo es muy difícil o complicado. Si piensas así, no vas a superar nada, y lo
que yo he aprendido a lo largo de mi vida es que la forma de solucionar los
problemas, es partiéndolos en pedacitos. Si empiezas a resolverlo por partes,
sin darte mucha cuenta terminas viendo que el rompecabezas se armó, y entonces tienes
una buena base para decir que has empezado a salir del problema. Si quieres
enfrentarlo todo al mismo tiempo, es muy difícil… Esto lo aprendí leyendo una
historia: la de un niño que jugando, tras haber trepado un acantilado, ya no
pudo bajar. Para cuando su papá llegó, ya se había hecho de noche, se moría de
miedo, no podía bajar ni su papá subir por él, pero este le dijo que tuviera
calma y que en lo único que tenía que pensar, era en el siguiente paso que iba
a dar, y que para eso tenía que identificar dónde iría a poner el pie… Así, lo
fue dirigiendo hasta que logró bajar solo. Por eso, cuando estás ante algo que
crees que es muy grande, tienes que analizarlo de a poquitos. Lo más probable
es que al final logres superarlo.
¿Y cuál es el acantilado que tiene usted que superar
como presidenta de la SNMPE?
Uno de ellos, el que has
dicho: la imagen. La gente cree que somos malos. Es un reto que venimos
tratando de enfrentar desde hace varios años, con perseverancia. Quizás sea el
más difícil, porque al final, la parte técnica es manejable. Los problemas más
complejos de manejar son los que tienen que ver con personas: cómo te ve la
población, en general; y la del sitio al que vas a entrar y que todavía no ha
tenido oportunidad de conocerte, pero que ya escuchó a los antis que le han
dicho que eres malo, distorsionando su opinión, impidiendo que haya un diálogo
abierto… Por eso creo que el tema de las percepciones es el más difícil al que
nos enfrentamos.
Según especialistas en el tema minero, ningún colega suyo
quiso asumir la presidencia de la SNMPE. Zafaron cuerpo. Y tuvo que llegar una
mujer.
(Ríe)… No sé nada de eso,
habrá que preguntarles a ellos… Los últimos dos años yo presidí el sector
minero, y era bastante natural que de ahí pasara a la presidencia de la
Sociedad. Salvo que hubiera metido la pata mucho.
Pertenece a la tercera generación de mineros en su
familia. Sus hijos también están en el sector.
Sí. Jimena, la mayor,
estudió Ciencias del Ambiente y Sociología, y se ha orientado hacia la
responsabilidad social y todo lo que es comunicación corporativa. Es un
extraordinario complemento. Mi hijo menor es geólogo y está por sustentar su
tesis. Los dos están involucrados en el negocio, los dos trabajan conmigo y nos
llevamos extraordinariamente bien.
Ya es abuela. ¿Habrá una quinta generación de mineros?
Espero que sí. Cuando mi
nieta nació, encontraron una veta y decidieron ponerle su nombre –Briana-, así
que espero que también tenga algo que ver con minería.
FICHA
Luz Evangelina
Arias Vargas de Sologuren.
Estudios
- Colegio Sor
Rosa Larrabure.
- Arquitecta de
la UNI con diversos cursos de Administración y Finanzas en ESAN.
Edad:
“Sin-cuenta”.
Cargo:
Presidenta ejecutiva de minera Poderosa y presidenta de la Sociedad Nacional de
Minería, Petróleo y Energía.
Excelente profesional en la industria minera!
ResponderEliminarYo estoy comenzando una empresa con mi hija; la Historia de Eva me alienta y me da seguridad de alcanzar éxito en este emprendimiento. Gracias por el ejemplo.
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