Ex ministra de Desarrollo e Inclusión Social
Reconocernos, visibilizarnos y celebrar la normalidad de la batalla
Casi siempre los textos sobre el rol o el éxito de las mujeres (y sus batallas) destacan lo especial del caso. Es importante dejar de verlos como anecdóticos y extraordinarios, como propios de mujeres excepcionales, y pasar más bien a asumirlos como lo normal, lo cotidiano. No solo para asimilar que somos muchas las que estamos empeñadas en cambiar nuestras biografías y colectividades, sino para animar a las más jóvenes -a las más tímidas, a las innovadoras- a no asustarse, a no desanimarse y visibilizar que lo que se logra son éxitos para cada una, pero también para todas.
Tener líderes, imágenes, socias a quienes seguir, casos interesantes que conocer e historias donde reconocernos, es clave para trazar rutas de inclusión y desarrollo para más mujeres. Esta revista, Mujeres Batalla, cumple ese rol, nos muestra quiénes somos, qué hacemos, a dónde van nuestros esfuerzos y cómo enfrentamos los desafíos; los de cada una y los del colectivo. Puedo asegurar que esta revista está cumpliendo ese rol.
Mientras releía números anteriores para decidir qué escribir, mi hija de 12 años comenzó a mirar las revistas, largo rato después seguía leyendo historias de mujeres. Ahí decidí qué escribir. Mi hija, y seguro todas las niñas de su generación, requieren oportunidades y rutas de desarrollo distintas a las nuestras. No basadas en ser especialmente esforzadas, talentosas o resilientes, sino más ambiciosas respecto a dónde quieren llegar y convencidas de que en el proceso encontrarán a otras muchas como ellas en la misma senda. Estas niñas necesitan saber que es posible, que pueden lograr lo que se propongan, y para ello debemos mostrarles ejemplos -muchos y de todo tipo- que les den confianza, que les permitan desarrollar sus sueños y aspiraciones sin pedir permiso, sin necesidad de ser excepcionales.
Para conseguirlo, hay bastante por hacer y en muchos ámbitos. Pese a que en el Perú -como en América Latina- hay consenso sobre el cambio favorable en las vidas de las mujeres respecto a las de generaciones anteriores -más participación política, mayor acceso a la educación y una entrada acelerada a las oportunidades laborales-, aún se mantienen y abren nuevas brechas. En el campo laboral, por ejemplo, a pesar de tener más estudios, en el Perú las mujeres ganan 19,4% menos que los hombres (BID, 2012). De igual modo, las brechas entre las oportunidades para las mujeres urbanas y rurales, entre las no pobres y pobres, siguen siendo enormes en acceso a la educación, responsabilidades dentro de la vida doméstica, opciones reales de generación y control de fuentes de ingreso. En todos estos ámbitos tenemos que actuar, y desde el MIDIS lo venimos haciendo.
El resultado: Mujeres dispuestas a seguir adquiriendo capacidades, a batallar por sus sueños, a ser socias del Estado antes que receptoras de ayuda, a trabajar para que sus comunidades y familias logren el futuro que se han imaginado. Aún queda mucho por hacer. El trabajo ya empezó.
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