¿Cuál es el concepto de la revista? ¿Es un paso más en la misma línea de tu libro Mujeres Batalla?
Hay cosas que uno no se da cuenta hasta que voltea y ve una trayectoria. Mis entrevistas nunca fueron un manual para hacer plata, tenían una propuesta muy plural, no entrevistaba solo a quienes habían alcanzado el estrellato. Por eso era fácil identificarse con estas personas.
La idea ahora es hacer una revista de entrevistas a empresarias pequeñas y grandes, ejecutivas y emprendedoras sociales. El plus va ser a nivel visual, en las fotos quiero mostrar a la creadora de la empresa, pero con su gente, porque esta hace posible que ese emprendimiento crezca y se desarrolle. Lo que se encontrará en la revista es una celebración de la gente que trabaja. Por eso hay también una entrevista a la empleada del mes. Hay personas que pueden ser empleadas de una empresa, pero eso no implica que no sean emprendedoras, porque en tanto se esfuercen por hacer las cosas lo mejor posible están emprendiendo.
¿Por años que te enseñaron tus entrevistadas?
Me enseñaron a escuchar. Yo era quien creía que lo sabía todo. Yo le decía no a todo. Hace muchos años, mi hermana me dijo: “¿Tú nunca te equivocas, no? Como nunca haces nada”. Y me mató. Esa frase me ha acompañado toda la vida. Claro, pues, qué fácil es juzgar y no hacer nada.
Y entonces te juntaste con ellas para un proyecto social.
La consecuencia más asombrosa de la publicación del libro en el 2007 fue formar la Asociación Mujeres Batalla (Amuba). Y no fue idea mía, fue de ellas. Identificamos diversos problemas en mujeres de Tingo María y contratamos profesionales para encontrar las oportunidades de negocio. Con el trabajo ellas aumentaron su autoestima, porque les dábamos un trato digno. Ahora estamos iniciando otro proyecto para que las empresas de las mujeres batalla irradien el tema del reciclaje. Todo esto es fruto simplemente de la unión de gente que chambea bien.
¿Qué tan complicado ha sido iniciar una empresa?
Yo pensé que la revista la tenía lista para diciembre, pero tenía que darle un soporte administrativo. Entonces contraté a una persona para hacer números, análisis FODA, focus groups. Ella confrontaba mis ideas, me hacía dudar. Eso fue buenísimo porque cuando terminamos el proceso el resultado era el mismo con el que arrancamos, con la diferencia de que ahora podía preguntarme cualquier cosa y tenía respuestas para todo. Podía sustentar por qué estábamos haciendo cada página. Aparte tenía que armar el equipo. Para mí, que soy un melómano, esto es lo más cercano a armar una banda de rock. Es la concepción de qué música quieres hacer. Todas las empresarias que he entrevistado han pasado por un momento de incertidumbre y de miedo. Lo han enfrentado y lo han superado. A mí me pasaba lo mismo.
¿De dónde venía tu miedo?
Estaba usando mis últimos ahorros y cada mes estaba gastando en esto. Mi incertidumbre era si funcionaría o no. Es un tema de aceptación. Tu producto eres tú. Si no lo aceptan, no te están aceptando a ti. Eso puede deprimirte mucho. Otro tema era salir a vender la publicidad para la revista y escuchar a gente que decía que le gustaba el concepto, pero que no anunciaban en primeros números. Hay mil cosas por mejorar, pero siento que he hecho algo útil, poderoso, necesario.
Los lectores podrían preguntarse por qué siempre se vuelve a las mismas historias. ¿No hay más
emprendedores?
Una película se acaba, pero estas son historias que no han acabado. Como periodista me pregunto en qué están ahora, qué han aprendido. La gente necesita héroes y los ejemplos están alrededor nuestro. Necesitamos que se difundan. Los emprendedores son como nosotros y simplemente hay que abrir los ojos, las orejas y hay que permitir que nos enseñen. Mi chamba es poner los reflectores sobre soldados desconocidos.
Fuente: Diario El Comercio - Domingo 05 de Agosto del 2012
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